lunes, 7 de junio de 2010

Recomendaciones: Triangle



AVISO IMPORTANTE: Recomiendo encarecidamente la película Triangle y para que la experiencia de verla sea plenamente satisfactoria hay que hacerlo con la menor información previa posible. No vean ningún trailer, ni fotos, ni reseñas. Saber solo que es un thriller con pinceladas terroríficas cuya base es el juego de las paradojas temporales. Y afortunadamente tiene su entidad propia. Negar cualquier comparación. No son Los Cronocrímenes ni Donnie Darko. ¡Corran a verla! ¿Ya? Bien, ahora empezaré con la reseña en pleno.
De todos modos no se preocupen, intentaré no destripar nada del argumento para los impacientes que quieran leer información sobre este, para mi, ya clásico moderno.


Película británica-australiana, estrenada el año 2009, que nos trae Christopher Smith, director de las sobradamente conocidas Creep y Severance (de las cuales pronto tendrán sus reseñas.). Este es su proyecto más personal, no en vano el guión, del propio Smith, tardó dos años en estar finalizado. Aquellos que vieran sus films anteriores, especialmente Severance, ya sabrán el sabor propio que este buen inglés imprime en su dirección. Pues prepárense porque en Triangle, va dos ó tres pasos más allá. Y lo mejor de todo acertadamente, con los errores de su debut en largo, con Creep, aprendidos y superados.

Jess, una treintañera divorciada, vive con su hijo autista. Es una madre devota pero a veces no puede evitar hundirse por el peso de cuidar a su hijo sola. En una mañana soleada, decide darse un descanso y salir con un amigo Greg a navegar en su velero. Jess llega confundida, mareada incluso, al barco. Pero no hay motivo para cancelar un bonito día en el mar. En medio del Atlántico, Greg, Jess y otros amigos disfrutan bajo el sol de la paz del mar. Sin embargo, la paz se quiebra repentinamente. Llega la calma que precede a la tormenta; y dicha tormenta es tan rápida como devastadora. Aferrados al casco del velero su situación parece desesperada. Pero al poco del incidente un enorme transatlántico de los años treinta aparece ante ellos. Una figura difusa los observa desde cubierta. Aliviados por lo que parece su salvación, suben al Aeolus, está completamente vacío. Jess siente una inquietante sensación de déjà vu. No hay pasajeros, no hay tripulantes. Entonces comienza la verdadera pesadilla, que como todo mal sueño, no tiene final…

Triangle. Aunque no observé alusiones directas en la película, yo creo que el título de la misma, hace referencia a dos cosas que quiero comentar antes de entrar en detalles con esta fantástica pieza:

Triángulo: Polígono de tres lados formado por tres rectas que se cortan. La parte central de la película y el núcleo de su guión es un perfecto triángulo equilátero argumental basado en la trinidad temporal: pasado, presente y futuro. Siento ser tan críptico pero lanzó el detalle porque gocé como un niño viendo como las piezas ó hechos que se diseminan de forma temporal en el transcurso de tiempo que la acción se desenvuelve en el Aeolus, llegan a encajar tan perfectamente. Obviamente hay detalles abiertos pero los comentaré más adelante. De verdad, la forma de narrar como el presente se trueca en pasado para llegar a ser futura, es tan sencilla, ligera y creíble que asusta. Y esas son las pinceladas de horror que más satisfacen.

Triángulo de las Bermudas: Es un área geográfica con forma de triángulo, con un área aproximada de 1,1 millones de kms cuadrados, situada en el océano Atlántico entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Florida. La leyenda la conocen de sobra. Algunos barcos que han entrado en dicha área no regresan y algunos periodistas de prensa amarilla y mentes fantasiosas creen que esos barcos desaparecidos viajan en el tiempo ó a dimensiones desaparecidas. La producción que nos ocupa, no desarrolla esa idea en absoluto. Esta magistralmente centrada en Jess y su pesadilla temporal personal. Pero el título lo deja caer, no sabemos si nuestros protagonistas están atrapados en el Triángulo de las Bermudas ó no, pero nos deja elucubrar con ello.

También quería destacar que ni siquiera el nombre del transatlántico esta elegido al azar, por cierto un barco tétrico, ominoso, cuyos interiores sombríos resultan el marco ideal para esta historia de misterio y psicosis.

Siguiendo con el nombre, tenemos un barco de hace setenta años conservado estupendamente llamado Aeolus; en griego, nombre de pila de Eolo, el rey de los vientos e hijo de Poseidón. Pues bien, el hijo de Eolo, Sísifo; fue castigado por el mismo Zeus a subir una enorme roca por una ladera empinada durante toda la eternidad (la subo y cae, la subo y cae). Y todo por engañar a la muerte. La lección de mitología griega no es banal (de hecho en la película recibiréis la misma información) puesto que Christopher Smith usa la leyenda de Sísifo como leitmotiv de su guión. Obviamente llevándola a su terreno e interpretándola a su gusto.

Fíjense cuanto han dado que pensar solo estas dos palabras. Me encanta cuando puedes encontrar tantos matices en los conceptos de un largometraje. Entonces, imaginar cuanta riqueza puede tener el guión completo de Triangle. Los dos años de preparación han dado sus frutos. Los pequeños detalles se van desvelando a medida que avanza la trama, todo encaja. Actualmente pocos films te dan el gustazo de decir: “¡Aaaah! Era por eso.”. Las intuiciones que vas teniendo se hacen más ó menos realidad con un factor de sorpresa muy controlado, siempre en un límite medio-alto. Pero no solo son detalles minimalistas, las piezas grandes del puzzle y que conforman la trama principal, son fáciles de unir. Aquí no hay metáforas ni imágenes figurativas como en Donnie Darko. En un lenguaje cinematográfico muy claro se nos narra una historia sencilla llevada hasta sus últimas consecuencias. Las historias rocambolescas tienen a veces el peligro de caer en lo pretencioso, ¿verdad? Pues este no es el caso, amigos. Sobriedad británica en estado puro.

Los únicos agujeros que tiene el guión, como ya indicaba más arriba, son los propios de cualquier paradoja temporal. Desgraciadamente, el tiempo es lineal y este hecho, una ley física que, de momento, es ineludible. Por ello el ser humano esta incapacitado para explicar con veracidad las consecuencias de los bucles en el tiempo, porque sencillamente no ha visto ninguna.

Resumiendo todas estas observaciones mentales: La película tiene un factor cerebral importante pero no determinante (solo requiere un poquito de atención), todo lo que muestra tiene su razón de ser (nada de violencia gratuita, lo siento gore-maniacos) y mantiene el mismo nivel de misterio desde el principio hasta el final. Incluso los diálogos están faltos de banalidad, algo que destaca Triangle muy por encima de casi el 95% de las producciones de terror actuales.

¿Y de las características técnicas? ¡Oh! Estaba demasiado deslumbrado por el guión (cosas así no se encuentran fácilmente). La verdad que técnicamente cumple con creces. La iluminación y la fotografía acentúan los tonos pálidos en los exteriores, generando una sensación de irrealidad cercana a la de una pesadilla (extensiones infinitas de agua salada y un sol blanco tostándonos las ideas). Las escenas de interior son más oscuras y están muy bien planificadas. Preparaos a verlas más de una vez y desde diferentes ángulos, gran punto este último.
Los efectos visuales elegantes hasta la medula. La tormenta cuando llega, consigue impactar al espectador casi literalmente. Las escenas de mayor acción también están secuenciadas con gusto y seriedad.
La dirección y el montaje acertados. Los momentos que aúnan varios espacios temporales, son filmados con tanta naturalidad que te cuesta plantearte la dimensión real de lo que ves. Las transiciones entre una escena y otra es suave, bien insertada.
Y me dejo para el final los actores. Melissa George, que encarna a Jess, lleva casi la totalidad del peso del film y lo hace usando el recurso del dramatismo. A mi consiguió darme miedo y pena a la vez. Ella salta de una emoción a otra sin parar durante todo el metraje, yo me deje llevar rápidamente y compartí con ella todo ese maremagno emocional. Descontando, por supuesto, que esta actriz australiana, tiene una presencia física potente y atractiva a la vez. No se podía esperar menos de esta señorita que lleva paseándose con dignidad por multitud de series de televisión y películas (Turistas, 30 días de noche, Amityville) desde 1995.
Sus compañeros de reparto también lo bordan, pero tienen el protagonismo justo y necesario. Esta es la historia de Jess y de nadie más.
Solo pondría como pega el score. No me pareció especialmente destacable, pero sinceramente…¿a quien le importa cuando esta absorbido mirando la pantalla como una polilla?

En conclusión, una película que sus responsables se tomaron muy en serio. Aquí no hay sitio para el buen humor si no para hora y media de suspense y exploración de la paranoia en situaciones extremas. Cada minuto recompensa nuestra atención con creces. Una actriz protagonista que consigue atraparte en su desesperación. Ideal para ver en reducida compañía (para minimizar los comentarios y distracciones), por ejemplo con esa pareja aficionada a la sutileza, que no gusta mucho del cine de horror sangriento y cafre. Todo un viaje a lo desconocido, que acaba de tomar forma en nuestra cabeza.

Para un servidor, estamos ante una de las mejores películas de terror del 2009.

Lo Mejor: EL guión tan serio como sólido


Lo Peor: Algunos la consideraran de efectismo fácil


Nota: 98/100


Reseña: Daybreakers


Reinventar la rueda… no tiene que ser nada fácil. Agarrar un género tan sobreexplotado como es el vampírico, darle un par de giros, ponerlo del revés, sacudirlo hasta dejarlo aturdido, y volverlo a voltear hasta lograr un producto final digno, original y novedoso, se me antoja algo así como reinventar la dichosa rueda.


Los australianos hermanos Spierig, autores de aquel divertimento con aires de serie Z titulado Undead (2003), lo han intentado, y si bien la rueda no la han reinventado (ni falta que hacía), sí han logrado con Daybreakers llevar a cabo una muestra de cine de colmillos sugestiva y sobrada de atractivo, a la altura de las dos primeras entregas de Blade.


En 2017 la sociedad vampírica domina el mundo. Los últimos supervivientes de la raza humana (relegada al primer – y único – escalafón de la cadena alimenticia) son confinados en granjas dónde se exprime hasta la última gota de sangre de sus cuerpos.
Pero el suministro de sangre se agota. La humanidad está en peligro de extinción, las provisiones de sangre escasean, y la perdurabilidad de los vampiros pasa por encontrar un sustitutivo a la sangre válido para el consumo o hallar una cura definitiva al vampirismo (¿el vampirismo se cura?).


El arranque de Daybreakers es fabuloso. De una manera mucho más austera, sutil y elegante en lo formal de lo que cabría esperar por parte de los hermanos Spierig (a tenor de lo ofrecido en su ópera prima), se nos muestra una civilización de vampiros cuyo modo de vida y cuya cotidianidad debe adaptarse a una serie de clichés, convenciones y pautas de conducta que responden a las normas impuestas por el propio subgénero de los vampiros: automóviles adaptados para ser conducidos a plena luz del día, tenderetes ambulantes que dispensan el ansiado líquido rojo, espejos especiales que sí reflejan la silueta del vampiro… Y junto a estos elementos, toda clase de carteles, programas televisivos, periódicos… que vienen a reforzar, casi de manera subliminal, esa idea de una nueva sociedad de chupasangres. Son toda una serie de detalles quizás algo pueriles o simplistas, pero que, en su conjunto acaban resultando tremendamente seductores y efectivos a la hora de captar nuestra atención y sumergirnos en el particular universo que nos propone Daybreakers.


La magnífica puesta en escena de los hermanos Spierig se encuentra a medio camino entre la sobriedad de la siempre subestimada Gattaca (Andrew Niccol, 1997), con la que Daybreakers comparte además protagonista (Ethan Hawke), y el homenaje al cine negro con tintes futuristas de la soberbia Dark City (Alex Proyas, 1998). En este sentido, rotundo –y quizás inesperado- acierto de los hermanos Spierig a la hora de dotar a Daybreakers de un aspecto visual totalmente acorde con los objetivos perseguidos. Incluso aciertan en el uso de los efectos especiales y de maquillaje, evitando que Daybreakers transmita esa dolora sensación, tan común en los tiempos que corren, de ser un innecesario desfile de efectos CGI que embotan nuestros sentidos (por lo visto, los hermanos Spierig convencieron a la productora para abaratar costes de producción a cambio de ser ellos mismos los encargados de realizar buena parte de los efectos de la película).


A nivel argumental es obvio que la situación planteada por Daybreakers, una sociedad de vampiros al borde del colapso por la nefasta administración de su principal fuente de alimento, y su incapacidad para encontrar un recurso alternativo, darían para edificar un par de discursos ecológicos (la necesidad de energías renovables) y de crítica hacia el capitalismo (el papel de las grandes corporaciones en la explotación de los recursos “naturales”). Pero mucho me temo que esa no fuera, ni mucho menos, la intención última de los australianos. Más allá de metáforas demasiado evidentes, Daybreakers triunfa en su condición de simple (en el mejor de los sentidos) pero contundente entretenimiento con regusto a serie B (pese a su holgado presupuesto y su plantel de actores), que intenta, por todos los medios (y lo consigue tan sólo a medias), darle un nuevo giro de tuerca al género vampírico.


Me resulta sencillo destacar las cualidades que hacen de Daybreakers un plato de agradable degustación: la exquisitez con la que describe una sociedad de vampiros en la que el hombre está condenado a la extinción (aunque, en realidad, esa sociedad que describe Daybreakers tampoco se me antoja tan distinta a una sociedad humana actual), el interés que despiertan la mayoría de sus personajes principales (en especial el hematólogo interpretado por un correctísimo Ethan Hawke), la participación de dos pesos pesados de la interpretación como son William Dafoe, haciendo bueno un personaje que en el tramo final de la película se diluye, y Sam Neill, magnífico en su papel de villano de la función, unos efectos especiales y un maquillaje rotundamente acertados (pese a que no vamos a descubrir nada nuevo en ellos); y también las no muy convincentes pero disfrutables secuencias de acción que pueblan la trama (incluído algún que otro guiño a los amantes de la sangre… y en esta ocasión no me refiero a vampiros).


Sin embargo también me resulta relativamente fácil hacer referencia a un par de puntos que juegan, decididamente, en contra de Daybreakers.
En los compases iniciales de la película se nos muestra una secuencia en la que el Dr. Edward (Ethan Hawke) recibe una inesperada e indeseable visita en su hogar. Es una secuencia de acción espectacular, intensa, de esas que te incrustan en la butaca del cine. El problema es que durante el resto del metraje se echa en falta alguna que otra secuencia que esté, al menos, a la misma altura de la secuencia mencionada. Una presencia más activa de esos aterradores monstruos en los que se convierten los vampiros a causa de la escasez de sangre en sus organismos, creo que hubiera beneficiado considerablemente a la película.

Por otro lado (más grave si cabe), Daybreakers padece de un final demasiado precipitado y en el que abundan las apariciones sorpresa sin demasiado sentido. Una verdadera lástima que no hayan sabido ponerle la guinda al pastel.

En cualquier caso, este par de defectos señalados creo que no empañan el interés y las buenas sensaciones que transmite una película como Daybreakers. Si bien no supone una revolución al género vampírico, sí creo que hará las delicias del aficionado a los colmillos, la ciencia-ficción y la acción con re-gusto a serie B clásica. Entretenimiento asegurado.


Lo Mejor: Su arranque y que todavía haya esperanza para el género de los vampiros tras el incesante desfile de productos destinados únicamente al público juvenil.

Lo Peor: Las pocas escenas de acción, y el final.


Nota: 71/100