miércoles, 24 de febrero de 2010

Reseña: Pandorum

Pandorum parecía reunir, a priori, todos los elementos necesarios para convencerme.El claustrofóbico escenario de una nave espacial a la deriva (del que siempre he sido un gran adicto), una historia no-lineal que se va construyendo a golpes de memoria, una heroína de armas tomar, una plaga de ¿alienígenas? caníbales, un mucho de ciencia-ficción, un poquito de terror, las dosis necesarias de acción, e incluso Dennis Quaid, un actor que siempre me ha caído en gracia.

En el año 2100 el planeta Tierra es un lugar inhóspito a consecuencia del agotamiento de los recursos naturales (cómo muy bien nos muestra una imagen que parece sacada directamente de Wall-E). 60.000 seres humanos son los escogidos para forman parte de la tripulación del Elysium, una gigantesca nave que pone rumbo hacia el planeta Tanis, cuyas condiciones de habitabilidad parecen ofrecer una promesa de supervivencia y perdurabilidad.

Las duras condiciones del viaje obligan a la tripulación a sumirse en un largo periodo de hibernación controlada. El sargento Bower y el teniente Payton parecen ser los primeros en despertar del largo sueño. Desorientados y con pérdidas de memoria, pronto se dan cuenta de que algo terrible ha sucedido en el interior de la nave. El Elysium se encuentra varado, y una tribu de monstruos caníbales está dando buena cuenta de los pocos supervivientes que quedan. La única salida es reactivar el generador central de la nave y volver a poner rumbo hacia Tanis.


El punto de partida es excelente, de lo más prometedor. Uno de esos argumentos comunes (que además esconde un par de giros realmente interesantes hacia el final), tan habituales en el cine de ciencia-ficción, pero que llevados a la pantalla con un mínimo de acierto y talento, suelen dar excelentes resultados y otorgar agradables sorpresas al aficionado.

Sin embargo Pandorum, dirigida por el alemán Christian Alvart (Antikorper, Expediente 39), y producida por el inefable Paul WS Anderson (un dato a tener muy en cuenta), conjuga demasiados factores en su contra cómo para acabar siendo el entretenimiento sencillito pero tremendamente efectivo que un servidor se esperaba.

Sería bastante probable trozar Pandorum en varios trocitos y reconocer en cada pedazo la enorme influencia de diversos títulos de la ciencia-ficción y el terror (algunos de ellos muy relacionados con la filmografía de Paul WS Anderson) de los últimos años. Y dentro de este superfluo ejercicio de disección quirúrgica, hay pedazos de Pandorum que me gustaron, y otros en que una evidente sensación de déjà vú acabó resultándome un poco molesta y cansadora.

Aun así el escenario me parece fantástico. El interior del Elysium, repleto de tubos, pasadizos, conductos de aire, repentinas salas inundadas por una cegadora luz blanca… creo que seríamos capaces de recorrer el interior de dicha nave con los ojos cerrados. Nos la sabemos de memoria, y eso es precisamente lo que me encantó. Aunque también es cierto que a Christian Alvart le hubieran ido de maravilla un par de focos de más con los que iluminar un poquito algunos rincones de la nave y que las cosas quedasen algo más claras (y visibles) para todos.

Es en las secuencias de acción dónde Pandorum muestra su peor cara. Con una heroína que parece sacada de la saga Resident Evil, un musculado superviviente que habla una extraña lengua, y un grupito de monstruos, expertos en artes marciales (¿?WTF), que perfectamente podrían pasar por parientes, en primer grado, de las criaturas subterráneas de The Descent, o los Orcos de El Señor de los Anillos (incluso hay un monstruo-niño que me recordó a alguno de los infectados-poseídos de la reciente REC 2); Pandorum nos ofrece una serie de piezas de acción que en ningún momento lograron activar mi torrente adrenalítico. Los monstruos pasan la mayor parte del tiempo corriendo de un lugar a otro sin que apenas haya un enfrentamiento directo. Y cuando finalmente lo hay, descubrimos a expertos karatekas lanzando patadas voladoras sin mayor razón. Todo ello me arrastró a la conclusión de que Pandorum, en cuanto a la acción que presenta, no cumple con los mínimos exigidos.

Y finalmente la historia. Es de agradecer (y alabar en cierto aspecto) que al menos Christian Alvart se esfuerce en contarnos una historia. Pandorum, efectivamente, tiene mucho que contar. En ocasiones demasiado… Utilizando el recurso (tampoco novedoso) de ir desgranando el argumento a medida que los protagonistas van recuperando su memoria, Pandorum nos cuenta una interesante historia, no exenta de un par de giros inesperados y muy acertados, pero que en ocasiones se dilata en exceso y sufre una sobrecarga de información.

Consecuencia directa de esta excesiva necesidad por contarlo todo y dejarlo todo atado y bien atado, es un exceso de metraje bastante evidente. A Pandorum le sobran, fácilmente, unos quince o veinte minutos de metraje. Con todo me reitero en que la historia acaba siendo atractiva (pese a que a Christian Alvart le falta agilidad narrativa a la hora de contarla) y su culminación, en una sensacional y sorprendente secuencia final, es de lo mejor que nos depara Pandorum.

En fin, Pandorum es un producto que probablemente logrará cautivar a los amantes del género de la ciencia-ficción (al fin y al cabo tampoco hay demasiadas oportunidades al año de disfrutar de películas adscritas a dicho género), pero que encuentra en la mediocridad de sus secuencias de acción y en su incapacidad para sintetizar de algún modo la historia que nos cuenta.

Pese a todo tampoco sería justo condenarla al olvido. Pese a sus defectos logra resultar entretenida durante buena parte de su metraje.

Lo Mejor: La historia que nos presenta, sus giros y su final.

Lo Peor: Las secuencias de acción, pudo haber sido mucho mejor.

Nota: 64/100

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