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sábado, 16 de enero de 2010
Reseña: Paranormal Activity
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¿Da miedo Paranormal Activity? Yo diría que sí, a pesar de no sufrir mucho cuanto la veía. Con una meticulosidad terrible, Oren Peli parece haber ido escribiendo en una libretita todos los terrores nocturnos que le asediaban desde pequeño cuando se metía en la cama, los ha graduado en intensidad de menor a mayor, y los ha dosificado en las noches que refleja la película. Así, es más lo simbólico de las imágenes, lo reconocible de la aparición brusca de una mano de debajo de la cama, por ejemplo –algo que no sucede en la película- que las imágenes en sí. De hecho, a mí me parece una prueba de que en algo acierta. Paranormal Activity el poso que deja. Puede que no fuera terrorífica el verla, pero al estar en mi casa estaba especialmente susceptible a los ruidos.
El tramo final es, probablemente, el más discutido de la película. Y, quizás, sí que sea lo más discutible de todo. Conforme se acerca el desenlace, Paranormal Activity quebranta dos leyes que ella misma se ha impuesto, por lo que puede considerarse una traición a su propio espíritu.
Primero, hay un momento en que el personaje de Katie dice una frase tranquilizadora en un momento nada relajado. De pronto, se evidencia la construcción, la narrativa cuando, hasta ese momento, ha estado la mar de bien camuflada debajo de la apariencia de “documental”. Nos pone, como espectadores, sobreaviso.
Segundo, el mismísimo final. A mí, personalmente, me encantó: a esas alturas de la película, estaba entregado a lo que estaba viendo, y no me importó para nada, pero lo cierto es que lo que hace para cerrar Paranormal Activity es algo que ha estado evitando todo el tiempo, convirtiéndolo, por tanto, en un rasgo de estilo que se salta a la torera en los últimos minutos. La estrategia utilizada es, en cierta manera, la misma que se emplea en el final de The Ring/Ringu (Hideo Nakata, 1988). Resulta tan escalofriante la salida de Sadako de la televisión porque, hasta ese entonces, hemos visto una película barata, sin apenas efectos especiales. Cuando en el último video, Sadako sale del pozo y comienza a acercarse a la cámara, nos autoconvencemos de que es imposible que salga de la tele porque no es ese tipo de película. Y, por tanto, cuando sale, no damos crédito y nuestros ojos se desorbitan. Aunque hay que advertir que nunca veremos cómo es físicamente el espíritu que asedia a Micah y Katie ni nada por el estilo, el final de Paranormal Activity funciona en el mismo sentido que el de The Ring/Ringu.
Lo Mejor: La tensión: si se reflejara en un gráfico, sería una línea recta ascendente de 90 grados. y es mucho mejor que algunas peliculas echas con un gran presupuesto.
Lo Peor: El exceso de información: te han prometido que da tanto miedo que es imposible que, cuando la ves, te dé todo ese miedo.
Nota: 76/100
Reseña: Poontypool
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Un panorama parecido a este es el que dibuja el canadiense Bruce McDonald en su película de bajísimo presupuesto Pontypool, basada en la novela de Tony Burguess “Pontypool changes everything”.
Durante una fría noche de invierno el experimentado locutor de radio Grant Mazzy (excepcional interpretación de Stephen McHattie) se dispone a iniciar su programa en la emisora local de Pontypool. Pronto le llegarán noticias del exterior que hablan de un extraño virus que está afectando al comportamiento de los habitantes de la pequeña localidad canadiense.
Soy uno de los cuantos mas que existen en reclamarle al cine de terror un plus de originalidad. Historias novedosas que no hayamos experimentado con anterioridad. O quizás las mismas historias de siempre pero contadas desde un punto de vista insólito, atrevido, distinto, poco común.
Pontypool recoge el testigo y nos cuenta una típica y apocalíptica historia de infecciones desde una perspectiva tremendamente novedosa. Bruce McDonald huye de todo cuánto pueda resultar explícito u obvio y construye, de manera espléndida durante los primeros cuarenta minutos de película, una auténtica pesadilla que va tomando forma únicamente a través de la palabra. La profunda voz de Grant Mazzy, un experimentado locutor que ha acabado sus días en una pequeña emisora local, nos va ofreciendo, poco a poco, las piezas necesarias para construir un terrible puzzle cuyo resultado final pondrá nuevamente en jaque a la raza humana.
La información que llega del exterior de la emisora es escasa y confusa. Averiguar lo que está ocurriendo no es sencillo. Tan sólo tenemos las palabras de Mazzy, a través de su propia versión de los hechos y de las entrevistas que van entrando en antena, para hacernos a la idea de lo que está sucediendo.El punto de partida de Pontypool es espléndido. Y también resulta meritoria la manera en que Bruce McDonald desarrolla dicho punto de partida. Todas las secuencias en las que el locutor de radio establece contacto con el reportero exterior de la emisora, que se encuentra fatídicamente en el lugar de los hechos, disfrutan de una increíble intensidad y energía.
Es sorprendente comprobar cómo aquel es capaz de dirigir toda nuestra atención en los sucesos que se van desgranando en la película cuando, en realidad, lo único que estamos viendo en la pantalla es a un viejo y cansado cowboy sentado frente a un micrófono de radio. Crear un contexto de tensión y terror recurriendo, únicamente, a la palabra (y por supuesto a nuestra capacidad, como espectadores, de imaginar lo que posiblemente se esconda tras cada una de esas palabras). No hay sangre, apenas hay violencia explícita (a excepción de una pobre infectada dándose de cabezazos contra un cristal), ni siquiera acción –en el sentido más físico del término- y sin embargo asistimos a un verdadero escenario pre-apocalíptico que nos preocupa y nos mantiene alertas.
Cómo ya he dicho antes, el mérito es enorme. Y el riesgo asumido por parte de Bruce McDonald también lo es. Pontypool está muy lejos de ser una película fácil.Para muchos, un novedoso y fascinante punto de vista hacia el género de los infectados y/o zombis. Pero estoy convencido que para muchos otros no será más que una propuesta pretenciosa, vacía, agotadora y tremendamente aburrida. La línea que separa una percepción de otra, en esta ocasión, me parece que es muy fina.
Y es que Pontypool, pese a que su servidor la disfrutó como un magnífico ejercicio de suspense y tensión que logró captar, desde su mismo inicio (con el surrealista diálogo en off que inaugura la película), toda mi atención.
Hay un par de detalles importantes que juegan decididamente en su contra. El primero de ellos es la forzadísima aparición de un personaje (el doctor) cuya única misión parece ser la de dar el máximo de explicaciones (muchas de ellas reiterativas y superfluas) en el mínimo espacio de tiempo. No era necesario. Da la impresión de que a Bruce McDonald, en un momento dado, le asaltaran las dudas de si el espectador sería capaz de comprender todo lo que estaba sucediendo en Pontypool, y decidiera, finalmente, introducir al mencionado personaje para intentar dejar las cosas más claras. Repito, no era necesario.
El segundo defecto hace referencia al exceso de equipaje en el tercio final de la película. Está claro que los diálogos, lejos de ser un recurso más o de dar simplemente apoyo a las imágenes que les acompañan, son la base sobre la que se fundamenta una película como Pontypool. Nada que objetar al respecto. Es la carta a la que juega Bruce McDonald y su apuesta le sale realmente bien durante la mayor parte del tiempo. Pero también es cierto que en ocasiones, y debido al exceso de diálogo, crece la sensación de que uno no sabe muy bien hacia dónde se dirige Pontypool. Los protagonistas llegan a conclusiones sobre el mal que les afecta por caminos, en ocasiones, difíciles de comprender, confusos. Son instantes en los que resulta fácil perderse ante la marea de explicaciones, teorías, suposiciones, etcétera que, supuestamente, dan respuesta a todo lo sucedido con anterioridad en el film.
Pese a todo, Pontypool es una magnífica película. Una propuesta formalmente simple que hace del diálogo y la palabra su principal fuerza y una de las miradas más originales y arriesgadas de los últimos tiempos al agitado género de los infectados/zombis. Pero eso sí, ser consientes de que no es una película fácil y que, sin duda alguna, no les gustará a todo el mundo.
Lo Mejor: Sin duda su originalidad y la capacidad de crear tensión a través de la palabra.
Lo Peor: Algún personaje que irrumpe en la trama de manera muy forzada.
Nota: 97/100
Reseña: Autopsy
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Por supuesto la variedad de experimentos y tratamientos terapeúticos que el buen doctor, y sus secuaces, les tienen reservados a cada uno de ellos, constituye el plato fuerte de la función.
"Autopsy" no es una película que vaya a dejar huella en nuestra memoria, pero tampoco aspira a ello. El suyo es un impacto mucho más inmediato: noventa minutos de auténtico cine de terror de bajo presupuesto que transcurren sin dejar el mínimo espacio al aburrimiento. No es una gran película… ni falta que le hace.
Reseña: Eden Lake
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Watkins demuestra ser un tipo listo, y para dar forma a su excelente carta de presentación como director adscrito al género, decide cruzar el canal de la mancha (vía Eurotúnel) y aferrarse a la nueva corriente del cine francés de terror (Alta Tensión –Haute Tension, 2003-, Frontière(s) 2007), con el que Eden Lake comparte, sin duda, muchos de sus argumentos, tanto estéticos como de fondo.
"Eden Lake" sale victoriosa en aquel apartado que, una película de sus características, reclama con más fuerza: la creación de una atmósfera inquietante, tensa y realista; cuyos primeros síntomas de incomodidad y conflicto generacional –ver la estupenda escena del primer encuentro entre el protagonista y el grupo de jóvenes. Un roce aparentemente sin importancia, pero que sabe transmitir la inquietud de que algo terrible va a suceder- se ven aumentados en progresión geométrica a medida que avanza la trama, hasta convertirse en una vorágine de violencia descontrolada y crueldad sin límite.
(me limitare a no poner imágenes)
Pero lo realmente destacable de "Eden Lake" es que no se limita a sacudir conciencias a través de una espiral de situaciones que transmiten una intensidad y sadismo difíciles de soportar (algo a lo que sí se ceñía la estimulante Frontière(s)). Watkins se permite el lujo de introducir, sin demasiadas sutilezas, un cierto discurso social muy en boga en los tiempos que corren: el de una sociedad cada vez más entregada a la agresión y la violencia injustificada como único medio de expresión ante situaciones que perturban el estatus logrado por cada individuo o grupo de individuos. (una estupidez)
Así, los jóvenes acosadores de "Eden Lake", amparados en la fuerza y la confianza que les aporta el grupo, responden de manera hostil a la injerencia de un adulto –que les llama la atención por tener la música demasiado alta-, al que ven como una amenaza a su propia libertad y manera de entender la vida. El problema no es tanto que puedan tener una naturaleza agresiva (en realidad, el único que sí demuestra ser un auténtico psicópata es el cabecilla del grupo), sino el hecho de no encontrar otros mecanismos de defensa y expresión que no sean la barbarie y la violencia.
¿Y qué ocurre cuando comprobamos, estupefactos, que esa actitud hostil y agresiva tiene sus raíces en algunos de los pilares básicos de nuestra sociedad, como son la educación y la familia?
La respuesta de Eden Lake no puede ser más pesimista. La violencia engendra violencia. Y ante una sociedad predispuesta a la respuesta agresiva e intimidatoria, el futuro resulta muy incierto. Y si no, que se lo pregunten a la protagonista de la película.
En definitiva, "Eden Lake" es una estupenda película, a disfrutar tanto por aquéllos que simplemente buscan emociones fuertes (que las hay, y muchas. Eden Lake es la experiencia más intensa, brutal y salvaje.
Lo Mejor: La fuerza, crueldad e intensidad de la atmósfera que envuelve al film.
Lo Peor: Que alguien pueda –justificadamente- presentar algún reproche moral a la visión que da sobre la violencia.
Nota: **/100