viernes, 5 de noviembre de 2010

jueves, 14 de octubre de 2010

Poco a poco....

Tiempo sin pasar por estos lados.....

Pronto actualizare con más reseñas y nuevas actualizaciones al blog y quizás una versión de beta de la página Web.


The Lizard sera el villano de re-boot de spider-man

sábado, 14 de agosto de 2010

Reseña: Rampage


Bill parece un chico normal. Es cierto que la cuerda que le une a sus padres se tensa por momentos (sus padres le informan de que ya es hora de ir pensando en abandonar el nido) y que su supervisor en el trabajo le aprieta las tuercas de forma injusta. Pero más allá de una serie de “contratiempos” habituales en un chico de su edad – 23 años -, nada hace prever que Bill vaya a convertirse en el principal protagonista de un inusitado arranque de violencia que conlleva a la muerte de docenas de personas inocentes.

Ataviado con una potente armadura que adquiere por piezas, armado hasta los dientes y, lo más peligroso, ejecutando un detallado plan que no deja un solo cabo suelto, Bill recorre su pueblo natal disparando a bocajarro a toda persona que tenga la funesta suerte de cruzarse en su camino. ¿El resultado final? Una matanza. Los cuerpos sin vida de decenas de inocentes muertos en mitad de la calle.

Se hace necesario buscar una justificación. Señalar con el dedo los motivos que han llevado a Bill a tomar su decisión. Y Rampage los ofrece – o al menos eso parece en primera instancia -. El rencor hacia sus padres, el descontento por su situación laboral, la superpoblación, las políticas imperialistas de los USA, la falta de alimento, las energías insostenibles, el deterioro del medio ambiente, el odio… cualquier excusa es válida. Bill parece estar harto del mundo que le rodea. No hay vuelta atrás. Tiene que hacer alguna cosa. Actuar.

Su mejor amigo, Evan, no para de escupir tópicos sobre lo mal que anda el mundo y lo poco que nos movemos para poner remedio a una situación que nos aboca, sin remedio, a la autodestrucción. Evan pide a gritos que alguien haga algo. Que alguien tome las riendas de la situación y consiga abrir una vía de escape… Bill cree ser esa vía de escape.

Hablando de Uwe Boll sin ira...

Ciertamente uno diría que los primeros 40 minutos de Rampage no son más que un tonto intento por parte de Uwe Boll de justificar todo lo que viene a continuación. Y lo que viene a continuación no es más que uno de los ejercicios de cruda violencia más injustificados, amorales, ofensivos… y fascinante que nos ha ofrecido el cine en los últimos años. Boll nos coloca en la piel de Bill. Oímos su respiración y vemos a través de sus ojos. Somos Bill, y estamos a punto de asistir a un vigoroso espectáculo de violencia rotundamente injustificada, con todas las contradicciones morales y éticas que ello pueda ocasionarnos.

Porque más allá de lecturas políticas o sociales, conjeturas morales o juicios de valor acerca de los actos que contemplamos en pantalla (eso lo dejamos en manos de ese gran oportunista político que es Michael Moore y su, por otro lado excelente, Bowling for Columbine), Rampage sobresale como un magnífico ejercicio de estilo en el que la violencia es la principal protagonista. Contemplar cómo Bill se lanza a la calle y mata indiscriminadamente a hombres, mujeres, ancianos y niños acaba convirtiéndose, gracias por una parte a la labor de Boll tras las cámaras (quién lo diría…), en un espectáculo que tiene tanto de grotesco e irresponsable (no me imagino el impacto que una película como Rampage puede tener en los USA), como de hipnótico.

Boll rueda con cámara en mano y pulso nervioso, un recurso estético del que no suelo ser muy partidario pero que en el caso de Rampage funciona a las mil maravillas, otorgándole a la película un halo de realismo y un estilo de documental que juega a favor de la película.

Los actores (en especial un fantástico Brendan Fletcher, en el papel de Bill) realizan todos una labor magnifica. A modo de curiosidad apuntar que buena parte de los diálogos fueron improvisados por los actores partiendo de unas meras indicaciones por parte de Boll.

Uwe Boll incluso se permite el lujo de destacar en su faceta de guionista con secuencias tan sensacionales como (la que tiene lugar en un bingo) secuencia no exenta de un humor negro.

Y si todos estos elementos no fueran suficientes para destacar Rampage como la obra más interesante, personal del controvertido director alemán, todavía podemos aferrarnos a uno de los giros argumentales, en su tercio final, más sorprendente y políticamente incorrecto que he tenido la oportunidad de disfrutar en los últimos tiempos. Un giro de los acontecimientos que nos obliga a replantearnos todo lo visto hasta el momento y nos lleva a pensar que esos 40 minutos iniciales de Rampage a los que hacía alusión anteriormente, no eran tan burdos, ni tampoco eran una mera excusa para todo lo que venía a continuación, tal y como pudimos pensar en primera instancia. Lástima que justo en la imagen final de la película Boll opte por dar unos pasos hacia atrás.

Tan sólo un apunte final. Que rece el bueno de Uwe Boll para que ningún IDIOTA salga a la calle metralleta en mano y acabe citando a Rampage como su principal fuente de inspiración (porque lo cierto es que Rampago puede verse como algo parecido a un “manual para torpes” para todo aquel dispuesto a sembrar el terror en donde viven).


Lo Mejor: Su salvaje y radical concepto de la violencia.

Lo Peor: Los 40 minutos iniciales, que parecen justificar de algún modo el comportamiento de Bill, pueden resultar aburridos.

Nota: 68/100


viernes, 13 de agosto de 2010

Reseña: The Crazies



THE CRAZIES… hablar de cómo ciertos accidentes naturales y/o provocados pueden acabar con poblaciones enteras. Porqué, por desgracia, y como casi siempre, la realidad supera siempre la ficción; y si no acuerdence de las pruebas atómicas en Nuevo Mexico (que sirvió de inspiración para Las Colinas Tienen Ojos), o el hecho de que desde el espacio se puede ver el fulgor de los miles de desechos radioactivos… y eso sólo centrándonos, y por encima, en los EEUU. Estos son el tipo de datos que hacen que una película como esta tengan un cierto punto de terrorífica credibilidad.

El director BRECK EISNER no tenía demasiada experiencia que digamos en este tipo de películas. En su CV constan un par de producciones televisivas. Ahora mismo se encuentra preparando otro remake, el de FLASH GORDON. Digo otro remake porque The Crazies, está basada en la obra homonimade George A. Romero, que no he visto, con lo cual no voy a hacer comparaciones.

La BSO de Mark Isham y la fotografía de Maxime Alexandre (este último habitual de Alexandre Ajá) ayudan a crear una atmósfera que pasa del tranquilo ruralismo de un pueblo cualquiera, a la opresión y el despliegue visual del “Plan de Contención” y sus consecuencias.

En cuanto a los actores no hay ninguna queja: Timothy Oliphant en su nivel habitual, es decir bueno, a Radha Mitchell es un placer verla en pantalla y entre los secundarios destacaría al desconocido, para mi, Joe Anderson como el leal ayudante del sheriff. No olvidarnos del homenaje al original con la breve inclusión de Lynn Lowry (actriz de la original de Romero) en un Cameo bastante surrealista.

Ogden Marsh es uno de esos pueblos norteamericanos en los que nunca pasa nada, tan pequeño que todo el mundo se conoce, todos van al partido de la liga regional de baseball, etc. Tan aburrido que el Sheriff (Olyphant) y su ayudante (Anderson) no suelen tener más problemas que controlar que los cazadores borrachos no se peguen un tiro en el pie, o decirle al hippy local que esconda un poquito más sus “plantas“. Por eso, cuando en mitad del primer partido de la liga aparece el borracho oficial del pueblo con una escopeta nadie se lo puede creer, y menos cuando todo el mundo ve que el Sheriff le tiene que pegar un tiro, en defensa propia, entonces algo comienza a perturbar pueblo en el que viven. Aún más cuando uno de los granjeros locales, querido y respetado por todos, le prende fuego a su casa, con la familia dentro, y se confirma que el borracho ha dado 0,0% de alcohol en la sangre. Evidentemente el sheriff y el resto de su equipo, se dan cuenta de que algo no va bien en el pueblo, pero no tienen ni la menor idea de qué puede ser, hasta que unos cazadores se encuentran con un paracaidista muerto en un pantano y eso le lleva a las autoridades a encontrarse con un avión accidentado y sumergido en uno de los ríos que abastece de agua al pueblo.

En ese mismo momento da inicio el citado “Plan de Contención”, que significa que un montón de soldados protegidos con trajes anti-todo y armados toman el pueblo, seleccionan a los sanos, separan a los que tienen fiebre y matan a cualquiera que no obedezca las órdenes. Y como es de suponer, todo se va al carajo y los infectados toman el pueblo. A partir de aquí el hilo argumental se centra en la supervivencia del Sheriff y su mujer embarazada, su ayudante y una empleada de la mujer. Y la película comienza a perder cierta entidad, dejándose llevar más por los fuegos artificiales que por la historia en sí.

Tengo que reconocer que los primeros 40 minutos de la película son absolutamente frenéticos y muy impactantes, con un ritmo vertiginoso que te impide apartar la vista de la pantalla; de hecho, si la película hubiese conseguido mantener este nivel sería genial, pero por desgracia no es así. El director se deja llevar por la pirotecnia y las coincidencias imposibles, fruto de un guión no demasiado pulido, haciendo que parezcan dos películas en una. Y esto la desvirtúa bastante, especialmente en el último tramo en el que todo va a la carrera y nos demuestran que el sheriff y su mujer (embarazada) son más duros de matar que John McClane en las 4 Die Hard juntas.

Aún así merece la pena verla para pasar un rato entretenido, disfrutar de ciertas escenas sorprendentemente crueles y gore. Buena opción para ver algo que te entretenga.

Lo Mejor: Los primeros 45 minutos

Lo Peor: Que en el segundo tramo del film se ponga lento y el ritmo se valla perdiendo.

Nota : 87/100

Reseña: Dread


Otro relato corto de los famosos Book of Blood de Clive Barker llevado a la gran pantalla, y debut de Anthony Di Blasi detrás de las cámaras. El hombre que se postula como nuevo director para el remake de Hellraiser y otros proyectos de Clive Barker, se enfrenta a la prueba de fuego con Dread y no sale mal parado. Cierto es que nadie mejor que él conoce el universo de Clive Barker, puesto que ya trabajó como productor en otras adaptaciones de Libros de Sangre como The Midnight Meat Train y Book of Blood, pero el trabajo en este largometraje está bastante estudiado.

Dread cuenta la historia de tres estudiantes de filosofía que se embarcan en un proyecto audiovisual para la tesis de uno de ellos. Dicho proyecto intentará reflejar de dónde vienen los miedos de la gente, por qué tenemos miedo y cómo podemos enfrentarnos a él, pero lo que empezó como un estudio, como un juego o como un entretenimiento, degenera en situaciones absolutamente límites cuando los entrevistadores son los entrevistados.

De las adaptaciones de Book of Blood me atrevería a decir que es la que mejor refleja lo que Barker quiso plasmar en papel. A Di Blasi se le ha tachado de oportunista y de intentar estirar un relato que hubiera sido más efectivo como cortometraje (como le sucediera a Grace), pero el resultado final, desde mi punto de vista, es satisfactorio.

En Dread se pueden diferenciar dos partes (algo que viene siendo una práctica habitual en el terror moderno), una primera parte de presentación de personajes, quizá la parte en la que más falla Di Blasi, ya que su descripción de personajes para ponernos en situación es bien floja y escasa (realmente casi no sabes quienes son, cómo son o qué relación hay entre ellos) y una segunda parte donde la insana fascinación por parte de Quaid con el miedo arrastra a todos los personajes a la búsqueda del lado más oscuro y perverso del ser humano.

Como mencionaba, es la segunda parte la que determina el éxito del film. En esta segunda parte la tensión es tremendamente palpable, las reacciones ante el miedo de los demás y el propio tienen su propio proceso: duda, miedo, pánico, pavor y, justo antes de que se haya liberado toda la adrenalina, desesperación, que concluye con la rendición en unos experimentos terriblemente crueles (ver el experimento “vegetariano” de Cheryl o la parte de la bañera con Abbey).

¿Vamos a encontrar gore en Dread? Pues el justo y necesario.

Tenemos que tener en cuenta que estamos ante una película de terror psicológico, un terror al propio terror, por lo que las escenas sangrientas no abundan, pero tampoco decepcionan. Desde luego el trabajo de Di Blasi en este aspecto es acertado, ya que si pensamos en Clive Barker automáticamente nos vienen a la cabeza, cenobitas, monstruos, torturas, dolor y mucha sangre; y lo más fácil y efectista hubiera sido abusar un poco más de la hemoglobina para que todo el mundo saliera contento. Sin embargo, si nos enfrentamos a un dolor emocional, toda la carga de la película la tienen los actores y sus interpretaciones, y ahí es donde vienen de nuevo las bajas: el fichaje de Jackson Rathbone (más conocido por su papel del sosísimo Jasper Cullen en la saga Crepúsculo puaj) para interpretar a Stephen. Bien, su actuación es una de las más inexpresivas que he visto en mucho tiempo (entiendo que puede ser un reclamo para la película, pero es que este tipo lo único que hace es abrir exageradamente sus inmensos ojos sin pestañear y permanecer inmóvil, es como un mueble con dos grandes ojos…) y teniendo en cuenta que su actuación debería ser básica para el buen desarrollo, el resultado, amiguitos, es que si no te interesa mucho el tema, la primera parte de la película se hace lenta.

En algún momento del post he hablado de experimentos por lo que se nos puede venir a la mente Saw y sus pruebas; de hecho en algún momento yo sí pensé en la saga, pero a un nivel totalmente diferente: el hecho de enfrentarnos a nuestros miedos de manera forzada me parece un argumento suficientemente interesante y sólido como para obviar pequeñas cositas que en la película no andan muy bien.

Además la atmósfera es sucia (que siempre se agradece) y percibes con claridad que la historia va degradándose más y más a medida que avanza, por lo que recomiendo Dread para pasar un buen rato acompañados y luego tratar el tema en una interesante conversación.


"Dato final": el echo que no me agrade crepúsculo y sus sagas no influyo en mi criterio para explicar y definir el papel de Jackson Rathbone.



Lo Mejor: El tema en sí, el cara a cara con el miedo de los personajes.


Lo Peor: Puede ser algo tediosa si el tema no te llama la atención y la "actuación" de Jackson Rathbone


Nota: 70/100

lunes, 26 de julio de 2010

Requerimientos Mínimos de PC y Mac para jugar StarCraft 2: Wings of Liberty

El 26-27 de Julio 2010 sale oficialmente StarCraft 2.

Y para saber si podremos jugarlo o necesitamos actualizar nuestro hardware, Blizzard ya publicó oficialmente los Requerimientos Mínimos y Recomendados, que son los mejores para que el juego sea fluido y este con el mejor rendimiento gráfico y una mejor experiencia.

Añadir imagen


Requerimientos Mínimos

PC Windows:

Sistema Operativo: Windows XP/Windows Vista/Windows 7 (Service Packs Actualizados) con DirectX 9.0c
MicroProcesador: 2.6 GHz Pentium IV o similar AMD Athlon
Tarjeta de video: 128 MB PCIe NVIDIA GeForce 6600 GT o ATI Radeon 9800 PRO o superior

Apple Mac:

Sistema Operativo: Mac OS X 10.5.8, 10.6.2 o más nuevo
MicroProcesador: Intel Processor
Tarjeta Gráfica: NVIDIA GeForce 8600M GT o ATI Radeon X1600 o superior

En PC y Mac se necesita:

Espacio en Disco Duro: 12 GB libres
Memoria RAM: 1 GB RAM (1.5 GB para Windows Vista/Windows 7, y 2 GB para Mac)
Drive: Lector DVD-ROM
Internet: Conexión de Banda Ancha
Monitor: Resolución Mínima de 1024X720

Requerimientos Recomendados

PC Windows:

Sistema Operativo: Windows Vista/Windows 7
MicroProcesador: Dual Core 2.4Ghz
Memoria RAM: 2 GB RAM
Tarjeta de Video: 512 MB NVIDIA GeForce 8800 GTX o ATI Radeon HD 3870 o superior

Apple Mac:

MicroProcesador: Intel Core 2 Duo processor
Memoria RAM: 4 GB RAM
Tarjeta Gráfica: NVIDIA GeForce 9600M GT o ATI Radeon HD 4670 o superior

sábado, 10 de julio de 2010

La energía de la improbabilidad infinita


La energía de la improbabilidad infinita:
Es un medio nuevo y fantástico para recorrer grandes distancias interestelares en segundos, sin tener que ir a tontas y a locas por el hiperespacio. En cuanto la energía de improbabilidad infinita alcanza la improbabilidad infinita, pasa por todos los puntos posibles de todos los universos posibles de forma casi simultánea. En otras palabras, nunca sabes donde vas a ir a parar, ni siquiera qué especie serás cuando llegues, por tanto es importante ir bien vestido. La energía de improbabilidad infinita se inventó a partir de estudios sobre la improbabilidad finita, que se empleaba para romper el hielo en las fiestas, haciendo que las moléculas de la ropa interior de la anfitriona saltasen treinta centímetros a la izquierda, de acuerdo con la teoría de la indeterminación. Muchos físicos respetables mostraron su desaprobación, en parte porque constituía una degradación científica, pero principalmente porque no los invitaban a esa clase de fiestas.

lunes, 7 de junio de 2010

Recomendaciones: Triangle



AVISO IMPORTANTE: Recomiendo encarecidamente la película Triangle y para que la experiencia de verla sea plenamente satisfactoria hay que hacerlo con la menor información previa posible. No vean ningún trailer, ni fotos, ni reseñas. Saber solo que es un thriller con pinceladas terroríficas cuya base es el juego de las paradojas temporales. Y afortunadamente tiene su entidad propia. Negar cualquier comparación. No son Los Cronocrímenes ni Donnie Darko. ¡Corran a verla! ¿Ya? Bien, ahora empezaré con la reseña en pleno.
De todos modos no se preocupen, intentaré no destripar nada del argumento para los impacientes que quieran leer información sobre este, para mi, ya clásico moderno.


Película británica-australiana, estrenada el año 2009, que nos trae Christopher Smith, director de las sobradamente conocidas Creep y Severance (de las cuales pronto tendrán sus reseñas.). Este es su proyecto más personal, no en vano el guión, del propio Smith, tardó dos años en estar finalizado. Aquellos que vieran sus films anteriores, especialmente Severance, ya sabrán el sabor propio que este buen inglés imprime en su dirección. Pues prepárense porque en Triangle, va dos ó tres pasos más allá. Y lo mejor de todo acertadamente, con los errores de su debut en largo, con Creep, aprendidos y superados.

Jess, una treintañera divorciada, vive con su hijo autista. Es una madre devota pero a veces no puede evitar hundirse por el peso de cuidar a su hijo sola. En una mañana soleada, decide darse un descanso y salir con un amigo Greg a navegar en su velero. Jess llega confundida, mareada incluso, al barco. Pero no hay motivo para cancelar un bonito día en el mar. En medio del Atlántico, Greg, Jess y otros amigos disfrutan bajo el sol de la paz del mar. Sin embargo, la paz se quiebra repentinamente. Llega la calma que precede a la tormenta; y dicha tormenta es tan rápida como devastadora. Aferrados al casco del velero su situación parece desesperada. Pero al poco del incidente un enorme transatlántico de los años treinta aparece ante ellos. Una figura difusa los observa desde cubierta. Aliviados por lo que parece su salvación, suben al Aeolus, está completamente vacío. Jess siente una inquietante sensación de déjà vu. No hay pasajeros, no hay tripulantes. Entonces comienza la verdadera pesadilla, que como todo mal sueño, no tiene final…

Triangle. Aunque no observé alusiones directas en la película, yo creo que el título de la misma, hace referencia a dos cosas que quiero comentar antes de entrar en detalles con esta fantástica pieza:

Triángulo: Polígono de tres lados formado por tres rectas que se cortan. La parte central de la película y el núcleo de su guión es un perfecto triángulo equilátero argumental basado en la trinidad temporal: pasado, presente y futuro. Siento ser tan críptico pero lanzó el detalle porque gocé como un niño viendo como las piezas ó hechos que se diseminan de forma temporal en el transcurso de tiempo que la acción se desenvuelve en el Aeolus, llegan a encajar tan perfectamente. Obviamente hay detalles abiertos pero los comentaré más adelante. De verdad, la forma de narrar como el presente se trueca en pasado para llegar a ser futura, es tan sencilla, ligera y creíble que asusta. Y esas son las pinceladas de horror que más satisfacen.

Triángulo de las Bermudas: Es un área geográfica con forma de triángulo, con un área aproximada de 1,1 millones de kms cuadrados, situada en el océano Atlántico entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Florida. La leyenda la conocen de sobra. Algunos barcos que han entrado en dicha área no regresan y algunos periodistas de prensa amarilla y mentes fantasiosas creen que esos barcos desaparecidos viajan en el tiempo ó a dimensiones desaparecidas. La producción que nos ocupa, no desarrolla esa idea en absoluto. Esta magistralmente centrada en Jess y su pesadilla temporal personal. Pero el título lo deja caer, no sabemos si nuestros protagonistas están atrapados en el Triángulo de las Bermudas ó no, pero nos deja elucubrar con ello.

También quería destacar que ni siquiera el nombre del transatlántico esta elegido al azar, por cierto un barco tétrico, ominoso, cuyos interiores sombríos resultan el marco ideal para esta historia de misterio y psicosis.

Siguiendo con el nombre, tenemos un barco de hace setenta años conservado estupendamente llamado Aeolus; en griego, nombre de pila de Eolo, el rey de los vientos e hijo de Poseidón. Pues bien, el hijo de Eolo, Sísifo; fue castigado por el mismo Zeus a subir una enorme roca por una ladera empinada durante toda la eternidad (la subo y cae, la subo y cae). Y todo por engañar a la muerte. La lección de mitología griega no es banal (de hecho en la película recibiréis la misma información) puesto que Christopher Smith usa la leyenda de Sísifo como leitmotiv de su guión. Obviamente llevándola a su terreno e interpretándola a su gusto.

Fíjense cuanto han dado que pensar solo estas dos palabras. Me encanta cuando puedes encontrar tantos matices en los conceptos de un largometraje. Entonces, imaginar cuanta riqueza puede tener el guión completo de Triangle. Los dos años de preparación han dado sus frutos. Los pequeños detalles se van desvelando a medida que avanza la trama, todo encaja. Actualmente pocos films te dan el gustazo de decir: “¡Aaaah! Era por eso.”. Las intuiciones que vas teniendo se hacen más ó menos realidad con un factor de sorpresa muy controlado, siempre en un límite medio-alto. Pero no solo son detalles minimalistas, las piezas grandes del puzzle y que conforman la trama principal, son fáciles de unir. Aquí no hay metáforas ni imágenes figurativas como en Donnie Darko. En un lenguaje cinematográfico muy claro se nos narra una historia sencilla llevada hasta sus últimas consecuencias. Las historias rocambolescas tienen a veces el peligro de caer en lo pretencioso, ¿verdad? Pues este no es el caso, amigos. Sobriedad británica en estado puro.

Los únicos agujeros que tiene el guión, como ya indicaba más arriba, son los propios de cualquier paradoja temporal. Desgraciadamente, el tiempo es lineal y este hecho, una ley física que, de momento, es ineludible. Por ello el ser humano esta incapacitado para explicar con veracidad las consecuencias de los bucles en el tiempo, porque sencillamente no ha visto ninguna.

Resumiendo todas estas observaciones mentales: La película tiene un factor cerebral importante pero no determinante (solo requiere un poquito de atención), todo lo que muestra tiene su razón de ser (nada de violencia gratuita, lo siento gore-maniacos) y mantiene el mismo nivel de misterio desde el principio hasta el final. Incluso los diálogos están faltos de banalidad, algo que destaca Triangle muy por encima de casi el 95% de las producciones de terror actuales.

¿Y de las características técnicas? ¡Oh! Estaba demasiado deslumbrado por el guión (cosas así no se encuentran fácilmente). La verdad que técnicamente cumple con creces. La iluminación y la fotografía acentúan los tonos pálidos en los exteriores, generando una sensación de irrealidad cercana a la de una pesadilla (extensiones infinitas de agua salada y un sol blanco tostándonos las ideas). Las escenas de interior son más oscuras y están muy bien planificadas. Preparaos a verlas más de una vez y desde diferentes ángulos, gran punto este último.
Los efectos visuales elegantes hasta la medula. La tormenta cuando llega, consigue impactar al espectador casi literalmente. Las escenas de mayor acción también están secuenciadas con gusto y seriedad.
La dirección y el montaje acertados. Los momentos que aúnan varios espacios temporales, son filmados con tanta naturalidad que te cuesta plantearte la dimensión real de lo que ves. Las transiciones entre una escena y otra es suave, bien insertada.
Y me dejo para el final los actores. Melissa George, que encarna a Jess, lleva casi la totalidad del peso del film y lo hace usando el recurso del dramatismo. A mi consiguió darme miedo y pena a la vez. Ella salta de una emoción a otra sin parar durante todo el metraje, yo me deje llevar rápidamente y compartí con ella todo ese maremagno emocional. Descontando, por supuesto, que esta actriz australiana, tiene una presencia física potente y atractiva a la vez. No se podía esperar menos de esta señorita que lleva paseándose con dignidad por multitud de series de televisión y películas (Turistas, 30 días de noche, Amityville) desde 1995.
Sus compañeros de reparto también lo bordan, pero tienen el protagonismo justo y necesario. Esta es la historia de Jess y de nadie más.
Solo pondría como pega el score. No me pareció especialmente destacable, pero sinceramente…¿a quien le importa cuando esta absorbido mirando la pantalla como una polilla?

En conclusión, una película que sus responsables se tomaron muy en serio. Aquí no hay sitio para el buen humor si no para hora y media de suspense y exploración de la paranoia en situaciones extremas. Cada minuto recompensa nuestra atención con creces. Una actriz protagonista que consigue atraparte en su desesperación. Ideal para ver en reducida compañía (para minimizar los comentarios y distracciones), por ejemplo con esa pareja aficionada a la sutileza, que no gusta mucho del cine de horror sangriento y cafre. Todo un viaje a lo desconocido, que acaba de tomar forma en nuestra cabeza.

Para un servidor, estamos ante una de las mejores películas de terror del 2009.

Lo Mejor: EL guión tan serio como sólido


Lo Peor: Algunos la consideraran de efectismo fácil


Nota: 98/100


Reseña: Daybreakers


Reinventar la rueda… no tiene que ser nada fácil. Agarrar un género tan sobreexplotado como es el vampírico, darle un par de giros, ponerlo del revés, sacudirlo hasta dejarlo aturdido, y volverlo a voltear hasta lograr un producto final digno, original y novedoso, se me antoja algo así como reinventar la dichosa rueda.


Los australianos hermanos Spierig, autores de aquel divertimento con aires de serie Z titulado Undead (2003), lo han intentado, y si bien la rueda no la han reinventado (ni falta que hacía), sí han logrado con Daybreakers llevar a cabo una muestra de cine de colmillos sugestiva y sobrada de atractivo, a la altura de las dos primeras entregas de Blade.


En 2017 la sociedad vampírica domina el mundo. Los últimos supervivientes de la raza humana (relegada al primer – y único – escalafón de la cadena alimenticia) son confinados en granjas dónde se exprime hasta la última gota de sangre de sus cuerpos.
Pero el suministro de sangre se agota. La humanidad está en peligro de extinción, las provisiones de sangre escasean, y la perdurabilidad de los vampiros pasa por encontrar un sustitutivo a la sangre válido para el consumo o hallar una cura definitiva al vampirismo (¿el vampirismo se cura?).


El arranque de Daybreakers es fabuloso. De una manera mucho más austera, sutil y elegante en lo formal de lo que cabría esperar por parte de los hermanos Spierig (a tenor de lo ofrecido en su ópera prima), se nos muestra una civilización de vampiros cuyo modo de vida y cuya cotidianidad debe adaptarse a una serie de clichés, convenciones y pautas de conducta que responden a las normas impuestas por el propio subgénero de los vampiros: automóviles adaptados para ser conducidos a plena luz del día, tenderetes ambulantes que dispensan el ansiado líquido rojo, espejos especiales que sí reflejan la silueta del vampiro… Y junto a estos elementos, toda clase de carteles, programas televisivos, periódicos… que vienen a reforzar, casi de manera subliminal, esa idea de una nueva sociedad de chupasangres. Son toda una serie de detalles quizás algo pueriles o simplistas, pero que, en su conjunto acaban resultando tremendamente seductores y efectivos a la hora de captar nuestra atención y sumergirnos en el particular universo que nos propone Daybreakers.


La magnífica puesta en escena de los hermanos Spierig se encuentra a medio camino entre la sobriedad de la siempre subestimada Gattaca (Andrew Niccol, 1997), con la que Daybreakers comparte además protagonista (Ethan Hawke), y el homenaje al cine negro con tintes futuristas de la soberbia Dark City (Alex Proyas, 1998). En este sentido, rotundo –y quizás inesperado- acierto de los hermanos Spierig a la hora de dotar a Daybreakers de un aspecto visual totalmente acorde con los objetivos perseguidos. Incluso aciertan en el uso de los efectos especiales y de maquillaje, evitando que Daybreakers transmita esa dolora sensación, tan común en los tiempos que corren, de ser un innecesario desfile de efectos CGI que embotan nuestros sentidos (por lo visto, los hermanos Spierig convencieron a la productora para abaratar costes de producción a cambio de ser ellos mismos los encargados de realizar buena parte de los efectos de la película).


A nivel argumental es obvio que la situación planteada por Daybreakers, una sociedad de vampiros al borde del colapso por la nefasta administración de su principal fuente de alimento, y su incapacidad para encontrar un recurso alternativo, darían para edificar un par de discursos ecológicos (la necesidad de energías renovables) y de crítica hacia el capitalismo (el papel de las grandes corporaciones en la explotación de los recursos “naturales”). Pero mucho me temo que esa no fuera, ni mucho menos, la intención última de los australianos. Más allá de metáforas demasiado evidentes, Daybreakers triunfa en su condición de simple (en el mejor de los sentidos) pero contundente entretenimiento con regusto a serie B (pese a su holgado presupuesto y su plantel de actores), que intenta, por todos los medios (y lo consigue tan sólo a medias), darle un nuevo giro de tuerca al género vampírico.


Me resulta sencillo destacar las cualidades que hacen de Daybreakers un plato de agradable degustación: la exquisitez con la que describe una sociedad de vampiros en la que el hombre está condenado a la extinción (aunque, en realidad, esa sociedad que describe Daybreakers tampoco se me antoja tan distinta a una sociedad humana actual), el interés que despiertan la mayoría de sus personajes principales (en especial el hematólogo interpretado por un correctísimo Ethan Hawke), la participación de dos pesos pesados de la interpretación como son William Dafoe, haciendo bueno un personaje que en el tramo final de la película se diluye, y Sam Neill, magnífico en su papel de villano de la función, unos efectos especiales y un maquillaje rotundamente acertados (pese a que no vamos a descubrir nada nuevo en ellos); y también las no muy convincentes pero disfrutables secuencias de acción que pueblan la trama (incluído algún que otro guiño a los amantes de la sangre… y en esta ocasión no me refiero a vampiros).


Sin embargo también me resulta relativamente fácil hacer referencia a un par de puntos que juegan, decididamente, en contra de Daybreakers.
En los compases iniciales de la película se nos muestra una secuencia en la que el Dr. Edward (Ethan Hawke) recibe una inesperada e indeseable visita en su hogar. Es una secuencia de acción espectacular, intensa, de esas que te incrustan en la butaca del cine. El problema es que durante el resto del metraje se echa en falta alguna que otra secuencia que esté, al menos, a la misma altura de la secuencia mencionada. Una presencia más activa de esos aterradores monstruos en los que se convierten los vampiros a causa de la escasez de sangre en sus organismos, creo que hubiera beneficiado considerablemente a la película.

Por otro lado (más grave si cabe), Daybreakers padece de un final demasiado precipitado y en el que abundan las apariciones sorpresa sin demasiado sentido. Una verdadera lástima que no hayan sabido ponerle la guinda al pastel.

En cualquier caso, este par de defectos señalados creo que no empañan el interés y las buenas sensaciones que transmite una película como Daybreakers. Si bien no supone una revolución al género vampírico, sí creo que hará las delicias del aficionado a los colmillos, la ciencia-ficción y la acción con re-gusto a serie B clásica. Entretenimiento asegurado.


Lo Mejor: Su arranque y que todavía haya esperanza para el género de los vampiros tras el incesante desfile de productos destinados únicamente al público juvenil.

Lo Peor: Las pocas escenas de acción, y el final.


Nota: 71/100

lunes, 31 de mayo de 2010

Reseña: Wasting Away


Una comedia urbana, zombies, película independiente… ¿Estamos ante la enésima comedia zombie nacida a la sombra de Shaun of the dead”? Para bien ó para mal un rotundo “no” como respuesta, y el que se elevase como la ganadora del Midnight X-treme en el festival de Sitges 2009, avala parcialmente esta contestación. Wasting Away, que ha sido editada recientemente en DVD, es una comedia dada a luz con muy pocos medios y que intenta hacer ver la historia al espectador a través de los nublados ojos del icono del terror por excelencia de este principio del siglo XXI: el muerto viviente

Pero vayamos paso a paso, despacito, lentito, como si nuestras piernas careciesen de circulación sanguínea.

No cabe duda que la figura del zombie está sobreexplotada. Uno se puede llegar a marear si busca en Internet películas que contengan zombie ó “of the dead” en su título, queda claro que la figura del muerto que surge de su tumba merece una segunda mirada más allá de esa primera impresión, que muchos tendrán actualmente, del zombie como mera excusa para realizar un film de terror de bajo presupuesto ó, sencillamente, divertido.
El nacimiento del “zombie moderno” en el celuloide, tuvo lugar en la obra de culto La noche de los muertos vivientes. Sin entrar en detalles, muchos vieron en la opera prima de George Romero, y en sus posteriores proyectos, un manifiesto sobre la alienación del capitalismo en las sociedades del primer mundo. En la sociedad de consumo todos nos convertimos en ovejas descerebradas que caminando al unísono solo nos preocupamos de lo que tenemos delante, sin tener como objetivo el crecimiento como seres humanos. Obviamente también se pueden establecer paralelismos con los andrajosos zombies en blanco y negro de Romero, con la creciente población de mendigos estadounidenses a finales de los sesenta. Lo que parece evidente es que debajo del entretenimiento incontestable que lucia La noche de los muertos vivientes se escondía un mensaje una llamada a las neuronas del espectador. Desgraciadamente esto se ha ido perdiendo con el paso de las décadas, y hoy por hoy, salvo en contadas excepciones, el zombie no es más que un elemento de entretenimiento fácil en la dichosa sociedad del bienestar.

Entrando en la pura opinión personal, diré que Wasting Away es una excepción en este mar de películas planas sobre muertos vivientes, puede que el mensaje no llegue alto y claro debido a pequeños fallos que iré desgranando; pero yo sentí un claro tributo a “los raros”, “los diferentes”, “los inadaptados” en la opera prima de Matthew Kohnen. Y usando al manido muerto viviente como elemento referencial, algo que es digno de alabar. En Wasting Away los protagonistas, convertidos en cadáveres andantes, son los raros del pueblo que solo buscan desesperados un hogar, un objetivo que de sentido a su no-vida. Una misión loable que nosotros, como miembros de la citada sociedad del bienestar, hemos olvidado. Por si fuera poco, la transmisión de este mensaje se aborda desde la perspectiva del propio zombie, nos metemos en sus cabezas agusanadas para compartir su periplo con voluntad y buen humor. Que yo sepa está es la primera vez que se narra, en el séptimo arte, una historia de muertos vivientes contada íntegramente desde el otro lado; el lado de la carne podrida y los miembros cangrenados. Es cierto que existen algunos intentos de una aproximación humanizada al fenómeno zombie, me vienen a la cabeza una acertada “zombedy” como Fido ó la prescindible Mortal Zombie (Return of the living death 3); sin embargo una película con tantas ganas de meternos en un juego donde los zombies son los protagonistas y destinatarios de nuestro afecto, frente a unos seres humanos, cuando menos, la verdad que nunca la había visto.

Timmy, Mike, Cindy y Vanesa son cuatro amigos que esperan a que se abra la bolera para entretenerse una aburrida noche de viernes más. Timmy, que trabaja en un boliche como camarero, les deja quedarse en la cocina mientras prepara la noche de competición. Pero a Mike se le ocurre la idea de mezclar cerveza con helado para ir calentando. Lo que ninguno sabe es que un camión que transportaba desechos nucleares ha tenido un accidente muy cerca de la bolera y uno de los barriles llenos de desechos se ha desparramado contaminando la cerveza.

Tras probar el “invento” de Timmy, los cuatro caen fulminados. Cuando horas más tarde, despiertan se sienten enormemente raros, fuertes y hambrientos. Afortunadamente, mientras andan embarcados en sus quehaceres nocturnos, un soldado hace su entrada en escena para descubrirles la verdad: los desechos tóxicos están transformando a las amigables gentes del pueblo en violentos infectados, pero ellos cinco se han visto extrañamente inmunizados convirtiéndose en…supersoldados!!

Fuertemente emocionados ninguno se percata del verdadero origen de los cambios que ocurren en su interior. Se sienten diferentes y actúan diferente, sin embargo ninguno sospecha que en realidad están muertos y ¡se han convertido en zombies sedientos de carne fresca!

Lo primero que destaca en la obra de unos desconocidos hermanos Kohnen es la alternancia de imágenes en blanco y negro (a excepción del helado fluorescente) con las imágenes a todo color (y bastante vivas, un acertado uso de la fotografía). ¿Qué representa esta alternancia? Bien, la ausencia de color corresponde a la mirada de los vivos sobre la realidad y los colores brillantes están asociados a la mirada de los muertos vivientes (un mundo gris y triste para los seres humanos frente a uno de alegres colores para los muertos, genial idea). Es más, los zombies se ven a si mismos como personas totalmente normales, a la par que sus vecinos vivos son, para ellos, poco más que unos borrones chillones e intendibles debido a la lentitud de sus cerebros en estado de descomposición. Simple pero efectivo, ¿verdad?. Y es que toda la película se basa en este juego interpretado en clave de comedia. Los zombies piensan que los que les rodean están infectados, y por eso se mueven tan rapido, a la vez que ellos se contemplan como siempre, intentando seguir con sus amoríos, sus entrevistas de trabajo y su afición por la cerveza. Ellos pueden estar bailando de alegría a todo color por una victoria en una partida a los bolos pero la verdad es que sus movimientos espasmódicos y grisáceos solo generan asco y temor en los rostros de los vivos.

Esta doble visión da pie a multitud de escenas que buscan nuestra sonrisa cómplice con los equivocos (facilones en ocasiones), aquí es donde encontramos uno de los primeros problemas de Wasting Away. La repetición del recurso, así como el humor infantil de algunos “gags”, se me presenta algo cansina. Tanto lo reducido de los medios técnicos como del repertorio interpretativo de los actores (todos desconocidos para mí), se convierten en el lastre para el cristalizar de un producto notable. No nos engañemos, los medios son muy limitados. El bajo presupuesto se deja notar de forma omnipresente, aunque quiero dejar claro que cada peso está bien aprovechado. Imagino lo difícil que habrá resultado para los responsables de esta cpelicula, conseguir hilar hora y media con un resultado homogéneo y lo suficiente compacto como para impactar al espectador curtido en los mil y un recursos (y tópicos) del cine zombie. Sin embargo toda opera prima esta plagada de fallos y “tics”. Wasting away no se salva de estos molestos fallos; para que me entiendan daré un ejemplo:

En Wasting Away los borrachos, debido a la lentitud de sus procesos cerebrales (je je je), perciben y entienden a la perfección a los muertos vivientes. Pues bien, existen tres escenas que usan esto para generar bromas y gracias; desgraciadamente todo se queda en lo divertido de la idea, porque la resolución lastrada por las interpretaciones muy justas de los protagonistas, así como el ritmo, en ocasiones, ralentizado de la película, no consigue convencernos por mucho que sea el esfuerzo. Lo peor, es que esta forma sosa de presentar las ideas ocurre en demasiadas ocasiones como para obviarlo.

Sin embargo, y como hecho positivo, todas estas buenas ideas crean una aureola de simpatía que se extiende a lo largo de toda la pelicula. Supongo que para el espectador “novel” en el mundillo de los muertos vivientes, la mayoría de las escenas y escenarios les parecerán intrascendentes, tirando a patéticos. Incluso he leído muchas comparaciones odiosas con producciones de la Troma, bueno, puede que el continente se asemeje por el humor y la falta de medios con las producciones de la mítica Troma, pero el contenido brilla con luz propia debido a su originalidad. No obstante, el espectador cansado de ver películas de zombies deambulando por pantalla sin más objetivo que devorar carne humana, se sentirá como en la casa de siempre, pero totalmente redecorada. Detectará los pequeños homenajes, odiará a ciertos humanos execrables, disfrutará con la bolera bajo los grises plateados y sonreirá con aprobación cuando se cierre el viaje de nuestro grupo de amigos infectados, en unos últimos fotogramas que al raro de la clase le proporcionaran una preciada sensación de camaradería (sobre todo por esa música feliz que resume toda la intencionalidad del guión). A un servidor, le ha gustado mucho el uso de los colores ó su ausencia, quizá le faltaron momentos de mayor intensidad en carcajadas y terror (olvidaros de las sensaciones fuertes, esto es una comedia). Pero vamos, que muchas veces uno se plantea lo que un proyecto hubiera podido ser con más medios y no encuentra una respuesta satisfactoria.

Recalco que para juzgar honestamente esta producción hay que ser muy conscientes de que estamos ante un producto de bajo presupuesto, su intencionalidad no es codearse con, por ejemplo, Daybreakers.

Si obviamos todos esos fallos de principiante, la aliteración excesiva, el ritmo desigual, las actuaciones esforzadas pero sencillas (a excepción de una preciosa Vanessa interpretada por Julianna Robinson, y el humor infantil que toma lo peor de la famosa serie de TV Friends, tenemos un producto que pega una bofetada en las narices a todos aquellos que argumentábamos que la figura del zombie no da más de sí en los tiempos que vivimos y dinamita la opinión, generalizada dentro del cine de terror, acerca de que los muertos vivientes solo sirven para entretener un rato y gracias. ¡No! Aun queda mucho que pensar y sentir cuando en nuestro televisor una mano surja de la tumba exigiendo su lugar en nuestro imaginario. De momento yo me he quedado pensativo, preguntandome ¿quien está más vivo? ¿Nosotros recostados en nuestros sofás impávidos ante las injusticias que nos rodean ó ellos, qué juntos avanzan hacia delante aferrándose a la vida con garras y dientes…?

Lo mejor: La simpatía general que despertará a los aficionados de la temática zombie, así como lo original

Lo Peor: Como comedia flojea por lo leve de sus chistes y ocasionalmente el ritmo también se atasca.

Nota: 66/100